domingo, 14 de octubre de 2012

"Desarrollo Humano" Papalia


            LIBRO DE PAPALIA DESARROLLO HUMANO

 

Inicialmente el libro del desarrollo  humano   de Diane Papalia, el adulto mayor se encuentra representado dentro de la edad adulta tardía, describiendo como estos tienen cambios físicos, cognoscitivos y psicosociales.

En general  estos cambios son reacción de la vida que se ha llevado independientemente como haya sido, teniendo presente que es un cambio al cual todos vamos a llegar algún día, por lo que hay que trabajar para ese momento, preparándonos y llevando una vida (sana) teniendo buenas relaciones interpersonales tanto en el ámbito familiar, social y laboral; ya que cuando se llega a esta etapa muchos de los adultos mayores sienten depresión por las cosas que se han dejado y la manera como son tratados.

El adulto mayor tiene que enfrentar el no volver al trabajo y perder la vida social que tenía, entendiendo que debe centrarse mejor en ganar espacio en su familia para que así se sienta que pertenece a algo; así mismo debe entender que los años pasan y que hay que cuidarse para ese momento tratando de obtener un mejor estado físico para adaptarse a los cambios ya que la memoria puede llegar a declinar pero esto puede ser compensado con la calidad de sus pensamientos ya que estos están cargados de una sabiduría heredada de las vivencias.

No obstante, al observar la cotidianidad la mayoría de adultos se sienten desplazados por sus familias, ya que en la sociedad por decirlo así “ desecha todo aquello que no es eficiente”; fácilmente se puede observar en la vida profesional, donde se obtienen trabajos pero hasta cierta edad, los familiares los dejan abandonados por que en algunos casos creen que ellos son cargas, sin pensar que estas personas en su gran mayoría son nuestros padres, los que nos dieron la vida y los que sin importarles nos atendían a nosotros cuando estábamos más jóvenes y que deberíamos agradecerles estos con un trato digno. Es así como al adulto mayor hay que tratarlo con respeto, con tolerancia, con amor, hay que hacerlos sentir que aunque su aspecto y sus sentidos han desmejorado esto es un cambio inevitable que hay que aprender a asumirlo, viéndole el lado bueno a todo esto, porque ellos son personas que podemos  ver como un ejemplo a seguir.

Igualmente, hay que tener en cuenta la autoestima de los adultos mayores, ya que la manera como ellos se perciben depende de cómo se sientan,  inútiles y sin ganas de superarse, sufren depresión por los cambios y al aislamiento que en ocasiones les sucede por el desempleo, así como el decaimiento del valor adquisitivo, hay que resaltar que todos vamos a llegar a esta etapa de la vida, que debemos aprender a convivir con nuestros adultos y que en algún momento necesitaremos de ellos.

Otro punto relevante y menudo  es el tema de la jubilación, es un fenómeno en fases. La edad tiene efectos tanto positivos como negativos, en el desempeño en el trabajo, pero las diferencias individuales son más significativas que las diferencias de edad. Los ancianos tienden a estar más satisfechos y comprometidos con su trabajo que los jóvenes aunque la situación financiera de los ancianos ha mejorado, una proporción importante tiene probabilidades de vivir en la pobreza en cierto punto. Para muchos adultos de edad madura actuales, el financiamiento para la jubilación es un asunto delicado. La jubilación es un proceso en marcha y su impacto emocional debe ser evaluado en cada contexto. Los recursos personales económicos y sociales así como el tiempo que la persona ha estado jubilado, también afectan lo social. Los patrones comunes después de la jubilación incluyen un estilo de vida centrado en la familia, la inversión equilibrada y el espaciamiento serio.

Envejecer es como escalar una gran montaña: mientras se sube, las fuerzas disminuyen, pero la mirada es más libre, amplia y serena” (Ingmar Bergman)

 Uno de los principios bioéticos más modernos es el de la autonomía. Supone el derecho a que se respete la voluntad y la capacidad de decisión de las personas en las cuestiones que se refieren a ellas mismas. Como familiares, hemos de ponernos por un momento en la piel de nuestros ancianos. No sólo pierden habilidades, se sienten cada vez más inútiles y una carga para los demás, sino que en ocasiones también pierden su capacidad para elegir, incluso en las pequeñas cosas.

 Es importante, por tanto, que se respete en lo posible la voz de los más mayores, pues a través de ella ejercen su libertad personal, a menudo ya muy reducida. Según un estudio, los cuidadores tienden a sobreproteger a los ancianos al creer que son menos capaces de lo que en realidad son. Como resultado, privan a sus familiares de realizar ciertas tareas. Sin embargo, hacerlo todo por ellos disminuye su habilidad por falta de hábito, aumenta su dependencia. Sí conviene, en cambio, estimular a la persona para que dentro de sus posibilidades mantenga ciertas facultades. Sentirse capaz alimentará su sensación de ser útil.
La vejez es una de las victorias de la humanidad, dado que hasta hace relativamente poco las personas moríamos mucho más jóvenes, pero sin duda suscita nuevos desafíos. El alzheimer, así como otras dolencias que conforman un importante deterioro cognitivo, causa un sufrimiento muy intenso. El enfermo tiene que enfrentarse a la pérdida progresiva de sus facultades, y la familia ha de aprender a convivir con alguien diferente del que conocía hasta entonces.

En estas situaciones también es preciso realizar un proceso de duelo, que no es otra cosa que reconocer lo que se ha perdido para adaptarse poco a poco a la nueva realidad. Un aspecto esencial es que es preciso cuidarse para poder cuidar. Ante una tarea que demanda tanta energía y dedicación, así como lidiar con emociones cambiantes, se corre el riesgo de sufrir un importante desgaste físico y emocional. El mejor remedio es tener en cuenta también las propias necesidades y detectar cuándo se está sobrecargado en exceso.
Acompañar a un ser querido en la última etapa de su vida puede ser una experiencia inefable, y ayuda a preparar el momento difícil de la despedida. Nos recuerda, además, que en el día de mañana es posible que nosotros nos encontremos viviendo una situación similar. Ofreciendo un trato digno a nuestros mayores estamos honrando también nuestro pasado, y nos enseña a aceptar el aspecto cíclico y cambiante de la existencia.
Cualquier cuidador ha de verse a sí mismo como un recurso sumamente importante para la persona necesitada. Pero debe tener presente que sólo es útil en la medida en que esté en buenas condiciones. Reconocer, por tanto, su necesidad de descanso, de poder desconectar o tener un tiempo para sí mismo resulta vital para mantener una buena disposición a la hora de ayudar. La calidad de la atención es tan importante o más que la cantidad de tiempo dedicado.
Diana Carolina Grimaldo.

 

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